El Pórtico de la Gloria estaba en una situación crítica con constantes desprendimientos de material y afectado por complejos mecanismos fisico-químicos de degradación de materiales
El pasado 28 de junio de 2018 fue presentada la restauración del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, una obra culmen del románico europeo, realizada por el Maestro Mateo y sus colaboradores en la segunda mitad del siglo XII. El Pórtico de la Gloria estaba en una situación crítica con constantes desprendimientos de material y afectado por complejos mecanismos fisico-químicos de degradación de materiales; y los productos que se habían aplicado en las últimas intervenciones agravaban aún más esta situación, según explica la Fundación Barrié, cuyo mecenazgo ha posibilitado la restauración del pórtico.
El ambicioso proceso de restauración, iniciado en 2009 con unos estudios y un diagnóstico, ha permitido estabilizar el conjunto y preservar la policromía que aún se conservaba de un riesgo inminente de pérdida definitiva, para que pueda ser admirada por las futuras generaciones.
El proyecto ha apostado por la investigación desde su inicio y ha atraído a numerosos especialistas nacionales e internacionales de todas las disciplinas, por lo que se ha podido profundizar en el conocimiento de diversos aspectos del Pórtico de la Gloria. Durante la fase de intervención se ha confirmado la existencia de tres policromados al óleo que cambiaron la imagen del pórtico: una primera policromía con decoración medieval, visible en el ángel que porta la columna o los que portan la cruz, que conserva el azul lapislázuli y que se ha detectado mediante la microscopía estereoscópica; una segunda policromía que dataría del siglo XVI, coincidiendo con las primeras modificaciones de la portada exterior y en un momento de importantes obras en el templo; y una tercera policromía que se realizaría en el siglo XVII y que es la que se encuentra más visible en la actualidad. Los artistas usaron, a lo largo de los siglos, diversos materiales: láminas metálicas de oro puro, encarnaciones de albayalde, carbonato cálcico y bermellón, laca roja de cochinilla, verde de cobre y blancos pigmentos de plomo, entre otros.
Articulo original de National Geographic















