Al servicio del peregrino

El auge del camino primitivo potencia la economía de la zona rural de Oviedo y de Las Regueras. Tres hosteleros relatan cómo es la vida al borde de una ruta en la que los caminantes son la fuente de ingresos principal

Un grupo de ciclistas brasileños descansa al comienzo de la etapa mientras pasa un caminante por La Bolguina. / DAMIÁN ARIENZA.










El año pasado transitaron 30.000 peregrinos por Asturias. Casi la mitad de ellos lo hicieron por el trazado original, el que tiene su origen en Oviedo. En el albergue capitalino pernoctaron 6.000 caminantes llegados de todos los rincones del mundo. Desde que los Caminos del Norte fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en julio de 2015, van a más. Y lo notan, principalmente, los hosteleros y empresarios que por fortuna o por buen ojo decidieron emprender a orillas de la ruta. «Nunca sabes lo que se va a gastar un peregrino», afirman. «Es nuestro sustento de Semana Santa a noviembre».

Tras la obligatoria visita a la Catedral de San Salvador y recibir la encomienda de Alfonso II el Casto para hacer un ‘buen camino’, los caminantes encaran la primera etapa dirección Grado con fuerzas. Desde La Argañosa hasta casi salir del municipio, la ruta no exige demasiado pero con la mochila todavía llena, el estómago, a las dos o tres horas de ruta, se vacía. En la Bolguina encuentran el primero de los establecimientos que viven de avituallar a los peregrinos que se adentran en la senda primigenia. Es Casa Valdés, una fonda tradicional que ha encontrado en los andariegos que portan la vieira su sustento. «La relación con ellos es muy buena, casi mejor que con los de aquí. Recogen sus mesas y son muy correctos», explica Secundina Peláez.

«Este es el primer bar que se encuentran desde que salen de oviedo. Suelen desayunar aquí», relata mientras aclara que este año el goteo va lento, pero que desde abril ya se nota trasiego. «El peregrino va dejando aquí allá. Italianos y portugueses son los que menos gastan pero mira, los catalanes, a pesar de su situación complicada, no tengo quejas de ellos», se explaya Peláez.

Según cifras oficiales del Principado, en cuanto al origen, la mitad de los peregrinos procede del extranjero y tres de cada cuatro, de países europeos. Italia lidera el listado de visitantes con un 15,7% de los encuestados, seguida por Francia, Reino Unido, Polonia, Alemania y Estados Unidos. Los asturianos encabezan la lista de peregrinos nacionales, seguidos de andaluces, catalanes, madrileños y valencianos.

Se nota en el Camino Primitivo, además, que no está saturado y los hosteleros piden «que se conozca más», pero sin pasarse para no llegar a la masificación de la ruta francesa, por ejemplo. Quien viene aquí para hollar en Finisterre busca tranquilidad, el contacto con la gente local y un paisaje diferente a las largas rectas de Castilla.

Quien no para en Casa Valdés a descansar, pronto la carretera le va a poner en su sitio. Aparece, de improviso, la pared del Escamplero. La pendiente no perdona en su parte final y los dos dígitos de porcentaje sostenido rompen a cualquiera. No teman. En la cima, desde la que se puede contemplar el Aramo, las montañas del occidente o el pico Gorfolí enfrentado al Naranco, el restaurante el Tendejón de Fernando lleva 31 años abierto al servicio de los peregrinos. «Alguna vez tuve que bajar con la furgoneta para recoger a alguno», relata su dueño, Fernándo Álvarez, que regenta el establecimiento junto con su mujer, Rosa María Capita.

«El año pasado pasaron por Las Regueras 15.000 personas. En el concejo viven 2.000. Imagínate si es importante». Las cifras cuadran porque la economía del concejo se reactiva con el paso de los peregrinos. Bares, tiendas o la carnicería cercana abastecen tanto a los locales como a los caminantes. Álvarez coincide con el diagnóstico de Peláez. «El Camino Primitivo es el perfecto desconocido, muchos cuentan que es el último por el que se interesan porque no lo conocen». Y que siga así, razona Fernando. «En el camino Francés los bares ponen un menú del peregrino a 10 euros y parece que te despachan de cualquier manera». Aquí no hay margen para eso. «Nosotros tenemos el menu de tres primeros y dos segundos, un menu obrero de toda la vida tanto para la gente de aquí como para ellos y luego la carta. Hay de todo y de todo piden».

Es más, el Tendejón de Fernando habilitó un pequeño hostal con tres camas ante la demanda de pernoctaciones del albergue municipal cercano, que en 2017 registró 2.300. «Cuando cerró el hospicio antiguo heredamos el libro de firmas del Camino y no volvió. Lo tenemos nosotros y aparecemos en todas las guías». Ventajas de estar al pie del Camino.

La semana pasada, el historiador Álvaro Solano dio una conferencia acerca de cómo el Camino Primitivo, dese el siglo IX, se convirtió en un «foco de desarrollo económico, social y político». Ahora se retoma. El presidente del Clúster de Turismo Rural del Principado de Asturias, Julio Bobes,afirma que en los últimos años «están dando vida a los pueblos a través del incremento de negocios vinculados a los alojamientos rurales».

El peso de la historia

Pero para dar vida hay que tener ojo emprendedor. «Había estudiado trabajo social y estaba cansada de echar currículums. Cada día veía pasar más peregrinos y comencé a pensar en el albergue», explica Dylsia de la Cera. Sin embargo, su proyecto cambió. «Mi madre me dijo, ¿por qué no haces lo que tu abuelo y abuela y reabres el bar tienda?». Así, la cuarta generación retomó en noviembre de 2014 la tradición de un establecimiento que inició su tatarabuela: Casa Dylsia, en Valduno.

«Suerte que mi abuela nunca se quiso deshacer de él», cuenta la hostelera que regenta el local junto a sus padres y su hermano. Un lugar con solera porque en los años treinta llegó a dar bodas y con el tiempo se convirtió en un cine rural del que todavía conservan el proyector. Mientras, el patio de butacas hace hoy de acogedor comedor. Las películas llegaban en tren, a la cercana estación de Vega de Anzo. Hoy, sin embargo, el reclamo es el Camino.

«Aunque los fines de semana los trabajamos todo el año, desde Semana Santa a noviembre los peregrinos son nuestra fuente de ingresos primordial», explica la hostelera. Preguntada por el volumen de gasto de unos clientes fugaces, que solo pasan una vez por ahí, afirma que es «a petición de ellos». Desde desayunos, almuerzos o platos combinados para comer, porque la legislación de un bar-tienda impide tener menús establecidos, carta aparte. «Lo único que me gustaría es un poco más de cuidado por parte de las administraciones. En señalización y desbroce de los caminos», relata. «Hay que cuidar a los peregrinos», concluye.

Articulo original en el Comercio

Buen Camino!


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